Hace ocho años, en 2017, el director ejecutivo de Apple, Tim Cook, advirtió: “Las fake news están matando la mente de la gente”. Y sugirió que los gigantes tecnológicos necesitaban colaborar con los gobiernos para atajar su propagación.
¿A qué diablos se refería, entonces, el dueño de Apple?
Pues a que los gobiernos de todo el mundo implementaran una estrategia para evitar que la información falsa se propagara y las audiencias, o usuarios de los aparatos móviles, tuvieran más verdades que mentiras en sus cerebros y en sus manos.
Sin embargo, a ocho largos años de distancia, de aquel aviso de Tim Cook, las cosas no han más que empeorado.
Y es que nadie ha podido lograr que las noticias falsas se propaguen y permeen entre la población, ni nadie, tampoco,parece interesarse en poder disminuir la dosis de dopamina de nuestros cerebros.
Ni siquiera los medios de comunicación, tampoco sus propietarios y colaboradores, muchos de ellos “adictos al dinero y al poder”, han querido cambiar las cosas.
De hecho, contrario a eso, siguen abonando a que las fake news sigan avanzando de alguna forma, a través de mensajes y/o de avisos para, particularmente, saciar intereses particulares o de grupo.
Nadie está a salvo, mucho menos en la política, de las acusaciones sin sustento.
Lamentablemente, los medios de comunicación nos hemos convertido en esclavos de las redes sociales, las cuales son utilizadas para golpear, difamar, injuriar y hasta ridiculizar a quien nos plazca.
Las redes sociales son ahora, para muchos “periodistas” una fuente del Nilo.
En Puebla, por supuesto, no es la excepción, pues hay medios y periodistas adictos al dinero y al poder que no han entendido que los tiempos han cambiado, y que ni el poder de las redes les van a dar fama y fortuna permanente.
En 2010, cuando el extinto Rafael Moreno Valle Rosas derrotó al poderoso PRI y ganó la gubernatura del estado, los medios tuvieron que evolucionar y pasar de un cómodo modelo de negocio, con publicidad gubernamental segura que hasta constructoras otorgaba, a un esquema de competencia publicitaria real.
Los mediocres se deshicieron de lo que habían logrado a base de la extorsión y el chayo, muchos periódicos y medios electrónicos, mientras los que se atrevieron a enfrentar el reto, a pensar y crear, pudieron transitar, evolucionar y reposicionarse.
Aquellos tiempos de amenazar y enviar mensajes sicilianos a los políticos y gobernantes para lograr un jugoso convenio se acabaron, ya son parte de la prehistoria.
Y quienes se empeñan en seguir utilizando el viejo modelo para cobrar millonarios acuerdos publicitarios, respaldados por una comunidad engaña bobos, ya no van a poder pasar.
Mucho menos si se las dan de “sabelotodo”.
Y peor aún si quieren asustar con el petate del muerto.
Esos tiempos, insisto, se acabaron.
Ya no sólo es estirar la mano, apoyarse y utilizar a sus medios como armas para amenazar que se va a jalar el gatillo.
En la era digital todo se mide y se comprueba si es real.
La tecnología también nos conoce, tiene sus riesgos, y sabe cuál es el grado de placer que experimentamos cuando alguien nos dice: “ya armaste un desmadre con tu columna”.
Empero, tampoco, eso nos hace extraordinarios, ni distintos al resto de la humanidad.
Bien dicen que trabajo mata grilla, y esto aplica en todos los ámbitos y momentos.
Los periodistas debemos ser muy cuidadosos sobre lo que somos y lo que queremos; más aún cuando abrimos la boca y lo expresamos.
Hay que tener dignidad y no arrastrarnos, mucho menos avorazarnos porque la ambición es muy mala consejera.
Ya no es a columnazos como vamos a lograr engrosar una cuenta bancaria o a portar una chequera.
Dignidad señoras y señores periodistas.
Vale más ponerse a trabajar, de a deveras.
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