Tenemos un país enfermo. Los primeros síntomas se dieron desde hace ya muchos años. Corrupción, desigualdad social, proyectos faraónicos, que de poco o nada sirven o han servido para el crecimiento económico, políticos que nos mienten todos los días, gente inocente que decide creerles, simplemente por no aceptar una realidad, una realidad que ya está llegando a más profundo de las entrañas de la sociedad mexicana.
En la reciente marcha de FRENAA, pidiendo la renuncia de AMLO, a la plancha del zócalo capitalino, se dio una guerra de cifras en cuanto al número de asistentes, cifras que se informaron desde 5,000 asistentes, hasta 250,000, dependiendo de quién informara acerca de la marcha. Llama la atención que esa marcha se da por un desafío que lanzó el propio presidente López Obrador, diciendo unos días antes que, si se juntaban 100,000 personas en una marcha pidiendo su renuncia, inmediatamente dejaba el cargo y se iba a su rancho llamado “La Chingada”.
Pero lo qué más llama la atención de esa marcha, es la velocidad con que se reunieron esos manifestantes, convocados por personajes no tan conocidos, convocados en medios poco convencionales, dónde, para ser honestos, la inmensa mayoría del país, ni siquiera sabía que se iba a realizar una marcha. También llama la atención, que no hubiera tiendas de conveniencia saqueadas, heridos o enfrentamientos, a pesar de que había también personas apoyando de manera muy agresiva al presidente AMLO.
En San Martín Texmelucan, también se llevó a cabo una marcha, bastante emotiva, pidiendo apoyo para la localización de personas desaparecidas. Coincidentemente, la mayor parte de la población no se enteró que dicha marcha se iba a realizar.
En ambos casos, no hubo actores políticos presentes, ni alguna organización de esas que ya tienen unos intereses bien definidos. Entonces, no sería tan lejano pensar que, esas personas que se están manifestando sean, en realidad, el pueblo bueno del que tanto se habla.
Habrá que poner atención a la marcha qué de ya, está convocando MORENA, para finales de octubre. Ahora sí, convocada por un partido político, en apoyo al presidente AMLO. Seguramente veremos, como lo han hecho en otras ocasiones, una marcha al más puro estilo del viejo PRI, con autobuses de otros estados, las ya tradicionales tortas con su respectivo Frutsi, y, seguramente, llenaran la plancha del zócalo.
Estas marchas son, en realidad, síntomas de un pueblo golpeado por una pandemia que, en cifras oficiales, lleva más de 82,000 muertos, y en cifras extra oficiales pudiera ya haber rebasado el cuarto de millón de mexicanos, y falta el rebrote de fin de año. También, muchos pequeños empresarios han tenido que despedir a muchos trabajadores, han tenido que cerrar sus pequeñas y medianas empresas. Aquí podemos observar el boom de las casas de empeño, la gente, al carecer de ingresos, está empeñando o vendiendo sus cosas. Eso no se puede ocultar, eso lo sabemos los ciudadanos, porque lo vivimos todos los días.
Entonces, que no nos extrañe que estas marchas, que parecen aparecer de la nada, son en realidad, la expresión de un pueblo que busca desesperadamente la forma de sobrevivir, de encontrar a sus familiares, de cuidarse de los grupos del crimen organizado. Son madres y padres que buscan medicinas para sus hijos enfermos de cáncer, son obreros y trabajadores que buscan un trabajo para poder alimentar a su familia. Son familias que vieron con tristeza enfermar y morir a sus miembros, son en realidad, el pueblo bueno.
La ahora autorizada desaparición de 109 fideicomisos, también va a afectar a muchas familias. Seguramente, en lo próximos días, también los observemos marchando y pidiendo la renuncia del presidente AMLO y entonces sí vamos a ver una transformación histórica.