Cuando el presidente López Obrador habla de la energía limpia como un argumento falso con apariencia de verdad, realmente pone a pensar a la opinión pública acerca de su salud mental. El cambio climático es una realidad más que evidente, miles de especies han desaparecido, incluso es tan fácil como estar unos minutos al sol para comprobar que este sol de otoño, quema, y quema la piel muy rápido y muy intensamente, y la temperatura puede caer tan rápido que es necesario hacer varios cambios de ropa durante el día.
Pero para el presidente, esto es una mentira, así que descalifica las formas alternativas de producción de energía y le apuesta al carbón. La orden del presidente es producir electricidad por medio de la quema de carbón. Esto no significa que la tarifa de electricidad vaya ser más barata, ni que la CFE vaya a tener un ahorro, por el contrario, los costos a la larga son más elevados.
En la mayoría de lo países del mundo se está invirtiendo en las energías limpias. Es fácil de entender para aquellos que utilizan un calentador solar generar agua caliente en casa, los ahorros en consumo de gas son extraordinarios, ahora imagínese que el presidente ha dado la orden de eliminar los calentadores solares, y tampoco se puede utilizar un boiler de gas, sino que regresamos al boiler de leña. De ese tamaño es el retraso en materia energética.
Ya en el gabinete, el presidente dejó completamente en manos del subsecretario de salud, todo lo referente a la pandemia. México es el único país del mundo donde frente a un evento histórico tan importante como lo es esta pandemia, el presidente ha delegado todas las decisiones importantes, y se ha limitado a denostar el uso de cubrebocas, a repetir desde hace cinco meses que ya llegamos al pico y que ya se “domó” la pandemia.
Pareciera ser que al presidente le “estorba” el principal tema que afecta al país y que es la pandemia, y prefiere evitarlo pues no abona a su buena imagen que todos los días construye desde su mañanera. Pareciera que al presidente le estorban los secretarios de Estado y preferiría quedarse solo para decidir todo en cuanto a los programas sociales, salud, seguridad y todos los temas nacionales, tal y como lo hace un Rey desde un palacio, o un dictador desde Palacio Nacional.
Hay un evidente distanciamiento del presidente no solamente con su equipo de gobierno, al que ignora olímpicamente en cuanto a sus opiniones y que ha llevado a la renuncia de varios secretarios de Estado y a quejas, antes en privado, ahora ya no tanto, a razón que el presidente no toma en cuanta las opiniones de nadie salvo las propias.
Da la impresión que al presidente no le interesa la administración, únicamente la política, su política. La administración pública implica estudiar acerca de muchos y muy diversos temas, temas que el presidente desconoce y no le interesa conocer, como en el caso de las energías limpias, y las decisiones que toma se vuelven desastrosas debido, precisamente, a su falta de ganas de estudiar y conocer a fondo los temas de interés nacional.
La reciente cancelación de los fideicomisos es un claro ejemplo de la forma de gobernar del presidente. Fue una promesa de campaña, entonces, se tuviera que hacer lo que tuviera que hacer, la iba a cumplir. No hubo un estudio previo, ni auditorías, simplemente una campaña mediática acusando, que, nunca demostrando, de corrupción a algunos, solamente algunos, beneficiarios de estos fideicomisos. Sus fieles seguidores aplaudieron, como siempre.
En resumen, se quitó dinero a la ciencia, a educación, salud, desastres naturales y un sinfín de asuntos no menores, para beneficiar a los militares.
Tenemos un presidente que está peleado con la ciencia, está peleado con el conocimiento. Tenemos un presidente al que le da flojera la toma de decisiones consensada, incapaz de escuchar otra voz que no sea la propia, incapaz de entender al México del año 2020, incapaz de entender la evolución de la sociedad mexicana. Tenemos un presidente tan ensimismado, que es prácticamente imposible que pueda dar un rumbo de prosperidad y progreso a nuestro país, pues está fuera de sus intereses, podría decir que un México desarrollado, está lejos, muy lejos de la capacidad de entendimiento del presidente.