Los compadrazgos no conocen límites

No conocemos aún la dimensión del daño que la pandemia de coronavirus terminará imponiendo sobre la economía mexicana. Todavía faltan muchos meses para que la vida regrese a la normalidad y por tanto las cifras que se conocen no reflejan el alcance definitivo de la depredación.

La semana pasada el presidente del INEGI, Julio Santaella, adelantó números terroríficos a propósito de la mortalidad de las unidades económicas mexicanas y la consecuente extinción de millones de puestos de trabajo.

La mayor parte de estos decesos afectó a las unidades micro y pequeñas, las cuales emplean a 40 por ciento de las personas trabajadoras. También las empresas medianas sufrieron el ramalazo. Éstas proporcionan trabajo a 38 por ciento de la población económicamente activa. Solo las empresas grandes lograron sortear la crisis. Pero tales unidades emplean únicamente a 2.5 de cada 10 trabajadores que hay en el país.

¿Cuál es la solución? Parece ser que tener una nueva Secretaria de Economía, la célebre “Tía Tatis”, Tatiana Clouthier, que es Licenciada en Literatura Inglesa. También hay cambios en Tesorería, donde Elvira Cocheiro, una socióloga marxista, tendrá el encargo de manejar 15 mil millones de pesos diarios. La Tesorería se hace cargo de tenerlos a la mano, maximizando rendimientos. Se controlan deuda y bancos, en México y el extranjero.

Una Licenciada en Literatura Inglesa para Economía. Un Agrónomo para Pemex. Un Arqueólogo para el INSABI. Un Diseñador Gráfico para SEDATU. Una Maestra de Historia para el INEGI. Una Maestra de pedagogía para BIENESTAR. Una periodista para Seguridad, y ahora una socióloga para Tesorería.

Lo único que podría explicar estos cargos, es que son producto de una lealtad comprobada al presidente Andrés Manuel López Obrador. Cualquier ciudadano, cuando se descompone su auto, lo lleva al mecánico, no lo lleva con un arqueólogo, por muy su amigo que sea. Los cargos en la administración, tanto pública como privada, deben ser ejercidos por especialistas en su ramo, no por personajes improvisados, cuya mayor virtud sea la de tener el visto bueno del presidente.

El primer acto de corrupción es aceptar un cargo sin tener la capacidad ni los conocimientos necesarios para desempeñarlo. Cualquiera de nosotros, cuando consultamos a un especialista, esperamos buenos resultados. Si queremos que un veterinario arregle una instalación eléctrica, pues no se le van a poder exigir los mejores resultados, simplemente no es su especialidad.

Tatiana Clouthier se hizo muy famosa en la red social Twitter por promover el voto favorable a AMLO. En dicha red, a quedado en evidencia su falta de oficio político, y en muchas ocasiones ha sido víctima de burlas por sus constantes faltas de ortografía y la falta de empatía para muchas personas que han sido perjudicadas por el actual gobierno, como lo son los enfermos de cáncer.

Hay que recordar que estos servidores públicos cobran dinero que nosotros los ciudadanos aportamos a través de nuestros impuestos. Si somos nosotros quienes pagamos sus sueldos, entonces tenemos el derecho de exigir que se contraten personas con capacidad y preparación comprobada, no nada más por ser útiles para el presidente. La política de 90% de honestidad, 10% de capacidad que tanto ha promovido AMLO, tiene resultados desastrosos. Si estos funcionarios fueran honestos, no habrían aceptado el cargo, pues carecen de la preparación y experiencia que los puestos les exigen.

Como ciudadanos, no podemos esperar buenos resultados del evidente amiguismo con que son nombrados los servidores públicos. Es verdaderamente indignante. La economía, como ya se ha mencionado, esta gravemente lastimada. Si usted tuviera una enfermedad cardiaca grave, que requiriera una operación a corazón abierto, ¿contrataría una Licenciada en Literatura Inglesa para que llevara a cabo la operación? o ¿contrataría un cardiólogo con un buen equipo de cirujanos? Así de importantes son estos nombramientos. Que triste que el gobierno de la república no tome en serio el manejo de la economía de la nación.