Quiero dirigirme a ti de la forma más respetuosa posible. Ante todo, te has ganado mi respeto por la enorme lealtad que muestras a tus convicciones políticas y la garra con la que defiendes cualquier cosa que manifieste tu amado líder el presidente Andrés Manuel López Obrador.
AMLO se ha referido a ti como “solovino”, alegando que él no te pidió que lo siguieras, sino que llegaste sólo. También te ha comparado con mascotas, diciendo que, si a una mascota se le da de comer por su incapacidad de obtener alimento por sí misma, con más razón a un ser humano, lo que implica que, si recibes sus apoyos, te pone al nivel de una mascota.
El lunes pasado se refirió a ti como “naco”, término que es utilizado para denostar a una persona. Me atrevo a decir que no importa como se refiera a ti el señor presidente, lo sigues adorando y defendiendo.
Entiendo que, en un momento de debilidad, después de que te convencieran de que México estaba muy mal y el único remedio era votar por ese Frankenstein llamado MORENA, a pesar de que era una combinación de políticos oportunistas de todos los partidos, cuya característica principal es la corrupción y el resentimiento, te hayas entregado en cuerpo y alma a la veneración de aquel que te prometió el sol y las estrellas, como buena quinceañera entusiasmada.
Ese momento ya pasó. Ya son más de dos años de gobierno y los resultados son desastrosos. No tiene nada de malo en aceptar que uno se equivoca, es de humanos equivocarse, y ya es tiempo de rectificar.
Te escucho, leo tus opiniones, tus respuestas se han vuelto repetitivas, más cargadas de enojo, frustración y resentimiento que de datos o hechos concretos. La “mañanera” no te informa nada, se te acaban los argumentos para defender lo indefendible.
Te noto desesperado tratando de probar un inexistente combate a la corrupción, y defendiendo con ironías y descalificaciones la única corrupción que se ha probado en este sexenio, la de los allegados y la familia de tu mesías tropical.
Ya has comprobado que cada vez son menos quienes piensan como tú, muchos ya se han cansado de ser engañados descaradamente una y otra vez. La ignorancia y soberbia de tu líder no tienen defensa alguna, sus errores y políticas fallidas ya han costado demasiado al país. Muchos que antes apoyaban junto a ti, ahora han perdido sus negocios, sus empleos, han perdido a familiares, han perdido la fe y la esperanza en aquel que prometió sacarlos de la pobreza.
El presidente, tu amado líder, se nota perdido, con una desbordante soberbia, que se niega a enfrentar la realidad de frente, creyendo, infantilmente que, si se hace el desentendido, va a prevalecer una realidad que solamente existe en su imaginación. Lo haz apoyado repitiendo sin descanso sus frases, sus apodos, sus ocurrencias creyendo que, si te hace reír, lo seguirás apoyando y de paso vas a seguir ignorando la aplastante realidad.
Apoyas incondicionalmente un gobierno lleno de ineptitud, que se basa en la polarización para seguir la máxima maquiavélica de “divide y vencerás”. Haz aprendido a culpar a cualquiera, menos al verdadero responsable. Incluso te has llegado a culpar a ti mismo, antes que aceptar que fuiste vilmente engañado por un líder que ante la crítica no logra contener su ira, su rabia, y arremete contra quien lo cuestiona. Descalifica, denosta, amenaza, contraataca, insulta a todo el que califica como su adversario. No existe el dialogo, no existe más verdad que la verdad de tu líder, y esa es la mentira más grande, la mentira que está acabando con el país, la mentira que nos tiene en caída libre en un abismo que parece no tener final.
Los hechos hablan más que las palabras, y en los hechos, tienes un líder sin un proyecto de Nación realista. Sus ideas son viejas, tanto como su ideología, una ideología basada en el PRI de los setentas, de un México que ya no existe, con ideas erráticas, improvisadas, arcaicas, alejadas de la ciencia y la razón, y muy cercanas a una dictadura de un República bananera.
Mi estimado chairo, si tienes necesidad de creer en algo, cree en ti mismo, cree en el Dios al que venere la religión practiques. No creas en un político, y menos en uno que ya te falló, y que te miente todos los días. La política no es de creencias y esperanzas, es de hechos y resultados. No eres una ideología, no eres un partido político, eres un ser humano pensante, capaz de tener un juicio propio, capaz de tener tus propias ideas.
Ambos somos mexicanos, ambos queremos lo mejor para México. Ya no te aferres al un líder cuyos ideales únicamente benefician a sus allegados. Construyamos un país mejor a partir de unirnos, no de dividirnos.
Con todo mi cariño y respeto para ti querido chairo, tu amiga, Martha Berra 🙌🏻