Ayer, muchos nos quedamos impactados y hasta cierto punto orgullosos de la ayuda que México, nuestro país, le brindó especialmente a reporteros y miembros de diversos medios de comunicación de Afganistán, resaltando los colaboradores del The New York Times y también a 5 mujeres que conforman el equipo de robótica afgano, que hace tiempo fue reconocido mundialmente por la creación de ventiladores para atención de pacientes con Covid-19 que hicieron con piezas de autos usados.
Honestamente la rapidez, el recibimiento y todo lo que sucedió en cuestión de días desde el 12 de agosto, fecha en que Azam Ahmed, jefe con licencia de corresponsales en Kabul y México del NYT, contactó por WhatsApp al canciller Marcelo Ebrard para saber si en México podían o no recibir en su mayoría a trabajadores del mundialmente reconocido y famoso periódico The New York Times, me dejó consternada porque entonces tenemos un país tan basto económica y humanitariamente hablando que le sobra para dar, aunque penosamente no aplique para los propios mexicanos.
Por supuesto, Marcelo Ebrard no se hizo esperar y acudió al presidente Andrés Manuel López Obrador para notificar sobre el WhatsApp que recibió pero también para pedir su opinión y sobretodo la autorización de mover cielo, mar y tierra para rescatar a las 24 familias que estaban pidiendo el apoyo, por lo que hora y media después del primer mensaje que mandó Azam Ahmed, la respuesta fue positiva y comenzaron con los trámites correspondientes para el traslado aéreo de Kabul a México en calidad de ayuda humanitaria.
Esta versión del mensaje a través de WhatsApp, fue divulgada ayer por Ben Smith del NYT, citando lo siguiente: “Los medios de comunicación manejan con confidencialidad muchos de los detalles del paso de los afganos en parte por temor a inundar los estrechos canales de escape. El Times no difundió su arreglo con México. Luego de que lo consiguió, México extendió la invitación a The Wall Street Journal y The Washington Post. El editor en jefe del Journal, Matt Murray, dijo que el diario planeaba enviar a su equipo, que está ahora en Catar y Ucrania, hacia México”.
Entendiendo esto y haciendo un poco de análisis, a Marcelo Ebrard, probable candidato a la presidencia de la República para el 2024, no le interesa la ayuda humanitaria que México pueda brindar a Afganistán o a cualquier país del mundo, porque de ser así, México entonces no enfrentaría una lucha diaria contra Estados Unidos por los mexicanos que emigran y otra guerra con las personas de países centroamericanos que llegan a México en búsqueda de llegar al norte y no morir en el intento atravesando nuestro país.
Marcelo Ebrard sabe que necesita de los reflectores importantes para sonar, para hacerse notar y qué mejor si cuenta con el apoyo de Andrés Manuel López Obrador, pero también de uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, quien en 2015 ya poseía casi el 17% de las acciones del The New York Times.
México es uno de los países más mortíferos en el mundo para ejercer el periodismo, así lo ha advertido la Organización Internacional Reporteros Sin Fronteras (RSF). Lo ha advertido el mismo Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), amenazando de muerte últimamente a la comunicadora Azucena Uresti de Grupo Milenio, pero así como en Salud con Hugo López-Gatell, el canciller Marcelo Ebrard, tiene otros datos y por eso se da el lujo de ofrecer apoyo humanitario a otro país, cuando el suyo hasta tiene una sección en Palacio Nacional para desmentir a la prensa, bajo el eslogan “no es falso pero exageran”, frase que resulta una burla y una falta de respeto para todo el gremio periodístico en México.
Como mexicana, como comunicadora y como ser humano, considero que en la actualidad brindar apoyo entre países resulta complicado si no hay intereses de por medio, las casualidades en tiempos de desgracia llevan siempre el beneficio de alguien más y aquí todo apunta a que ha iniciado la campaña mediática de quien podría ser el futuro presidente de la República Mexicana quien dijo que todo esto “es una toma de posición simple entre alguien que fue reportero en Kabul hace algunos años y yo, que estaba en la posición de tomar algunas decisiones”.