Era el año 2011, es decir, hace 10 años, cuando el ahora presidente de México, Andrés Manuel López Obrador declaró: “No se trata de despojar a nadie ni de quitarle a los ricos para darle a los pobres”, esto en respuesta a sus adversarios y también candidatos presidenciales del 2006 por usar como lema de campaña “Por el bien de todos, primero los pobres”; hoy, ya no piensa de la misma manera, ahora pide que los más ricos del mundo donen el 4% de su fortuna para darle a los más necesitados.
Si algo caracteriza a Andrés Manuel, es esa ideología de romantizar la historia de Robin Hood, que escondido en los bosques de Sherwood en Inglaterra hacía su labor social, quitándo recurso a las familias más acaudaladas para repartirlo entre los más necesitados, por lo que desde tiempos remotos el argumento de quitarle a los ricos para darle a los pobres es el mismo que se sigue implementando en la actualidad para crear el falso supuesto de impulsar a la riqueza.
López Obrador llegó el lunes a Nueva York para ponerse el título de “Robin” en el Consejo de Seguridad de la ONU para anunciar su proyecto: ‘Estado Mundial de Fraternidad y Bienestar’, que según él, se puede financiar con un fondo procedente de la contribución voluntaria anual del 4% de sus fortunas a las mil personas más ricas del planeta, una aportación similar por parte de las mil corporaciones privadas más importantes por su valor en el mercado mundial, y una cooperación del 0.2% del Producto Interno Bruto de cada uno de los países integrantes.
Evidentemente, la propuesta causó controversia, empezando por el representante de Rusia, Vasily Nebenzya, desestimó los planteamientos del presidente de México, alegando que “ni la Comisión de Consolidación de la Paz ni el Consejo de Seguridad disponen de las herramientas para facilitar la formación de modelos económicos sostenibles e independientes”. Mientras que otros consideramos que debería empezar por su país y sus funcionarios, sobretodo los señalados por trasladar dinero a paraísos fiscales, recurso que salió del pueblo mexicano a través de la desviación del recurso y que ahora hizo nuevos ricos, simplemente que regresen al pueblo lo robado, porque lejos de darles, les ha quitado y cada peso que reciben los mexicanos a través de sus programas sociales, es dinero de la propia ciudadanía.
Por citar algunos ejemplos, está su ex consejero jurídico en Presidencia, Julio Scherer, y su actual secretario de Comunicaciones y Transportes, Jorge Arganis. Con esto se demuestra que el lema “Primero los pobres” es un mero eslogan político para un país que habita más de 57 millones de personas en pobreza, en el que dicho sea de paso, incrementó 2 millones más en el último año, gracias a una pandemia mal controlada y al inexistente plan de reactivación o apoyo económico que básicamente consiste en entretener al pobre a través de pensiones, becas y apoyos en tarjetas del bienestar.
Afortunadamente para el resto del mundo y con representantes más aterrizados al plano que pisan, saben que darle dinero al pobre, nunca acabará con la pobreza, al contrario, porque cuando se paga a la gente por no trabajar y cuando se regalan recursos, siempre se acaba en la quiebra.