El miércoles pasado Coahuila volvió a ser epicentro de la nota roja, luego de que diez mineros quedaran atrapados, tras dos inundaciones en dos minas de carbón.
Han pasado ya seis días y hasta apenas ayer durante la conferencia matutina del presidente López Obrador, decidieron que era necesario utilizar un dron submarino de la Secretaría de la Marina (SEMAR), para ver si los mineros siguen con vida como primer punto y como segundo, tratar de analizar la solución para sacarlos, que según las expectativas y pidiéndole a Dios y a toda la corte celestial, a ver si para miércoles o jueves ya tienen un plan de rescate.
Cuba por su parte, también fue epicentro de la nota roja internacional durante el fin de semana, al registrarse una explosión en la base de almacenamiento de crudo en la ciudad de Matanzas, que dejó como resultado un muerto y 122 lesionados, pero a diferencia de Coahuila, en este caso nuestro presidente si se mostró preocupado y envió a personal de Petróleos Mexicanos (PEMEX), Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA) y Secretaría de la Marina (SEMAR) a ayudar a los que están en desgracia.
Pensar que López Obrador hace leña del árbol caído, seguramente es soberbio de mi parte, en lugar de pensar que es un ser humano con un noble corazón, altruista que sin importar que su nación pueda o no necesitar a estos elementos, los haya enviado a otro país a ayudar al prójimo.
Todavía recuerdo esos comerciales políticos donde veíamos un “Peje” del pueblo y para el pueblo, ese que si sentía lo que a “su gente” le dolía, no como ahora que al llegar a Coahuila, mal y de malas por cierto, destinó muy poco tiempo para las familias que pedían las escuchara y sobretodo las apoyara para poder agilizar el rescate de sus familiares atrapados, recibiendo como respuesta un “se puede perder la fe”, queriendo resolver todo, literalmente todo, a través del Ejército.
A lo mejor, Coahuila ya se volvió en un icono de las desgracias mineras en el país, que ya hasta el gobierno y la sociedad ven normal actuar con tardía, normalizaron que unos viven y otros mueren porque ese fue el destino que les tocó al trabajar ahí.
Pero a lo mejor también ya nos volvimos el país que acude al llamado de otro país porque por el nuestro ya no se puede hacer nada, más que lo esté al alcance del Ejército y si eso implica perder el tiempo que es vital para otros, que así sea. Mientras tanto el pragma de las relaciones exteriores con Díaz-Canel solo la entienden entre dictadores.