Divorcio en tiempos de pandemia ¿todo bien en casa?
Además de los muertos por COVID-19, también han aumentado los divorcios, porque el lema “Quédate en Casa” vino a alterar las emociones físicas y mentales en aquellos que se ven obligados a pasar más tiempo del que se debe con sus parejas, provocando fricciones o simplemente reforzando lo que ya saben, el desgaste de una relación que lleva tiempo sin función.
Y es que si bien la pandemia frenó los procesos legales para poder realizar un divorcio como normalmente se hace, ahora la “Nueva Normalidad” ha implementado el divorcio en línea, algo nada fuera de la actualidad si resumimos que la vida actual es a través de Internet.
Sin embargo, la pandemia deja un mensaje importante para todas aquellas parejas que decidieron postergar el tiempo por el hecho de ser padres o porque no se “toleraban” todo el tiempo; el mensaje es que cuando las cosas no van bien en casa, pasar más o menos tiempo juntos no es la solución, al contrario, en pandemia el tiempo de más lo complica todo.
En Puebla, el pasado 31 de julio se celebró el primer divorcio en línea debido a la contingencia sanitaria por coronavirus, lo que denota que además de los contagios y muertos, nos deja nuevas formas de ejecutar acciones legales para beneficio de nuestros intereses, algo que nunca nos imaginamos vivir.
Sin meterme a temas de violencia familiar o contra la mujer, el COVID-19 llegó como un parte aguas en la manera de aplicar leyes y sobretodo, en la toma de decisiones personales que muchas veces dudamos tomar, esas que implican carácter y firmeza para poder tolerar el “qué dirán”, la crítica social y la carga emocional que deja un divorcio en la vida de un ser humano.
Sin duda alguna, una vez finiquitada la tan prolongada cuarentena, la vida para muchas personas ya no volverá a ser nunca la que fue. Porque mientras para algunos fue el quiebre de su negocio, la pérdida del empleo, la pérdida de algún ser querido, un gasto considerable en materia de salud, unas prolongadas vacaciones, un descanso obligado, para otros, fue la culminación de una parte de su vida que buena o mala marcará un antes y un después del COVID-19.