En la década de los ochentas, el entonces presidente de Estados Unidos de Norteamérica, Ronald Reagan, afirmaba que: “No existe bestia más peligrosa en el mundo que un ignorante con poder.” Lamentablemente, se equivocó. Sí hay algo más peligroso en el mundo, y eso es un grupo de ignorantes, con una muy pobre moralidad, gobernando un país de buenas personas que, todavía, creen en la buena voluntad, que todavía tienen la esperanza de un salvador que llegará a solucionar todos sus problemas.
El actual gobierno ha abusado de esa buena voluntad, ha abusado de las esperanzas e ilusiones de un país que ha sido golpeado en múltiples ocasiones, que después de década volvió a creer en la palabra de un político. Desgraciadamente, las esperanzas de treinta millones de personas se encuentran en un individuo profundamente resentido, con ideas viejas y desfasadas, con una visión muy corta de lo que es el mundo en el año 2022. Un personaje que ataca y destruye todo aquello que no entiende, y como lo que entiende es muy poco, está terminando por destruirlo todo.
Una transformación no siempre es positiva, ese es un gran engaño. La educación bien puede convertir a un barbaján en un caballero, así como el resentimiento puede convertir a un hombre bueno en alguien que destruye. Un ataque de celos puede transformar a un ser humano común en un asesino.
México sí se ha transformado, pero se ha transformado en dos años y medio en un lugar inseguro, donde reina la destrucción, el país con mayor número de periodistas asesinados, un país donde el olor a muerte se percibe en cada rincón.
Basta con analizar algunas cifras:
Para el 4 de mayo de 2021 se tenían 217,740 Muertes oficiales por COVID-19. La cifra real estimada (71.13% del exceso) llegaba a 361,850. Si se toma en cuenta el número de muertes en exceso estimadas, que es la diferencia entre el número de personas fallecidas el año anterior en el mismo periodo de tiempo (factor multiplicador de 2.34): la cifra llega a 508,696.
Medio millón de mexicanos muertos por la pandemia, 82 mil homicidios dolosos, 1800 feminicidios, 2000 niños fallecidos por falta de tratamientos para el cáncer, 137 muertos por explosión de ducto de gasolina en Tlahuelipan, 25 muertes por colapso del Metro, 14 personas murieron envenenadas por heparina pirata que les fue suministrada en un hospital de Pemex en Tabasco.
Cuando se analiza el actuar del gobierno es bastante fácil explicar el porqué de tanta tragedia:
– Obra pública creada con fines políticos, o lo que todavía es peor, con fines personales, como el Tren Maya que casualmente pasa muy cerca del Rancho de López Obrador y de los terrenos de toda su parentela.
– Mal planeada y diseñada. El Aeropuerto de Santa Lucía, que parece más una central camionera que un aeropuerto internacional, dónde difícilmente podrán despegar y aterrizar aviones.
– Prisas para construir e inaugurar, como lo están haciendo ahora con el tren Maya, que en su inauguración presentaba vagones con grafiti y, en muy mal estado.
– Nula transparencia y rendición de cuentas, por eso hay que destruir a las instituciones como el INAI o el INE que vigilan el buen actuar del gobierno.
– Denuncias de corrupción impunes, Ebrard tuvo que irse a vivir a Francia durante 5 años para no responder al inminente desastre de la línea 12 del metro.
– Advertencias de peligro no atendidas. La ciudadanía ya había advertido del mal estado de la estructura de la línea 12, como ahora advierten del mal estado de otras estructuras del mismo metro. También hay muchas advertencias respecto de la destrucción de la selva por la construcción del tren maya, de la inviabilidad de la refinería de dos bocas, así como que es imposible la operación del “sistema de aeropuertos” para la ciudad de México.
– Mal mantenimiento y austeridad sin medida. Cada día, el presidente López Obrador presume cifras de ahorros. Sus cifras no son comprobables, como tampoco lo es el destino que tiene ese dinero que se ha ahorrado.
Información de la cuenta pública 2020 de la Ciudad de México indica que el Metro tuvo un subejercicio de mil 362.2 millones de pesos, es decir, que de los 15 mil 652.7 millones aprobados para mantener la operación óptima del servicio colectivo, sólo se ejercieron 14 mil 290.5 millones de pesos.
Esto es, dinero para el mantenimiento del Metro si había, lo tenían, pero no se lo gastaron debido a la orden presidencial de ahorrar todo lo que pueda. Suena bien eso de ahorrar, pero, ¿A dónde van esos recursos? Esa es la gran pregunta, porque es evidente que no se invierten ni en salud, ni en educación, ni en seguridad ni en resolver ningún problema de los tantos que requieren soluciones urgentes.
Claudia Sheinbaum dice que es mezquino hablar de costos políticos en el accidente del metro. Está equivocada: esos muertos, los fallecieron por COVID-19, las mujeres asesinadas y el fracaso de los abrazos en vez de balazos son costos políticos. Sólo que el gobierno no los paga, nosotros sí. Los ciudadanos pagamos los costos, pero la historia les pasará su factura también. Es un hecho el fracaso de este gobierno y todos sus siervos, la historia los señalará como los destructores del país.
La necedad, la ignorancia, la ambición desmedida son los grandes asesinos de este país. La gran mentira de la austeridad bajo el pretexto del combate a la corrupción se desmorona día a día ante nuestros ojos. Hay más corrupción en un solo puente de la línea 12 del metro, que en todo el aeropuerto de Texcoco.
Matthew Donahue, subjefe de operaciones de la DEA, declara que la cooperación antidrogas entre México y Estados Unidos se ha derrumbado. Señala que los cárteles operan con total impunidad y el gobierno de México se niega tajantemente a realizar labores de inteligencia e investigación.
Los principales diarios del mundo muestran en sus portadas la escena de del metro colapsado y los señalamientos de corrupción. Lo peor y lo más triste es la percepción dentro del propio México, se ve la oscuridad al fondo de este gobierno corrupto, lleno impunidad y de odio hacia la ciudadanía independiente.
La mañana siguiente a la tragedia del metro, durante su mañanera y al ser cuestionado con respecto a los muertos de la Línea 12, Andrés Manuel López Obrador, presidente de México respondía: “¿Quieren que hablemos de esto o damos vuelta a la página?”.
Aquellos que un día se dijeron ser la esperanza de México, ahora son la fuente de muerte y desesperación. Es hora de que México le de vuelta a la página del libro de la tragedia llamada cuarta transformación.