La tensión entre Estados Unidos e Irán sigue escalando. En las últimas horas el Parlamento iraní aprobó una moción para cerrar el Estrecho de Ormuz, en respuesta a los recientes ataques aéreos estadounidenses contra tres instalaciones nucleares en territorio iraní.
Si esta propuesta recibe la aprobación final del líder supremo, Ali Khamenei, el impacto sería profundo: podría alterar los mercados energéticos globales, elevar los precios de los combustibles y afectar directamente la economía global.
El Estrecho de Ormuz -ubicado entre las costas de Irán y Omán- es un paso marítimo estrecho pero estratégico que conecta el Golfo Pérsico con el Golfo de Omán y el mar Arábigo. Con 161 kilómetros de largo y solo 34 kilómetros de ancho en su punto más angosto, este corredor alberga dos canales de navegación de apenas 3 kilómetros cada uno, utilizados intensivamente por buques petroleros.
Según datos de la Administración de Información Energética de Estados Unidos (EIA), en el primer trimestre fiscal de 2025 transitaron por allí casi 15 millones de barriles diarios de crudo y condensado, además de 8 millones de barriles de productos petroleros. Esto representa aproximadamente el 20% del comercio mundial de petróleo.