Mucho se ha hablado, mucho se han criticado las acciones del gobierno, por parte de algunos, y se les ha defendido por parte de otros. Los gobiernos populistas son así, dividen, confrontan a los ciudadanos, logran que se pierdan amistades de años por diferencias en opiniones políticas, hay grupos sociales que expresamente prohíben a sus miembros hablar de política. Hay una abierta división en la sociedad mexicana.
Quisimos el cambio. Se votó y ganó quien argumentó por 18 años tener la fórmula mágica para acabar con la corrupción. Todos lo vimos y escuchamos en más de una ocasión decir que desde el primer día de su gobierno ya no existiría la corrupción, que los narcos dejarían la droga y se convertirían en empresarios y agricultores honestos, que, si el presidente era honrado, todos serían honrados. Hubo mucha gente que así lo creyó, vaya, lo sigue creyendo, y ha sido tanta su decepción, que se niegan a aceptar que fue un verdadero error votar por ese señor.
Hay gente que piensa que se va a enjuiciar a los expresidentes y a todos los corruptos del pasado. La realidad es que difícilmente va a ser así. Emilio Lozoya sigue en su casa. Al general Salvador Cienfuegos lo rescataron de las manos de la DEA, y, obviamente, está ya muy cómodo en su casa sin orden de aprensión ni nada que se le parezca. El presidente López Obrador, definitivamente, ha pasado a la historia, primero por liberar a Ovidio Guzmán, y ahora, por la férrea defensa del general Cienfuegos.
En San Martín Texmelucan viven una situación de inseguridad que ha llegado al borde de una histeria colectiva, donde los ciudadanos se notan con un alto nivel de frustración. El robo a casa habitación, los asaltos a mano armada, balaceras nocturnas de las cuales no se sabe nada, nadie dice nada, solamente se escuchan detonaciones por toda la población, vehículos que cruzan a alta velocidad de un lado a otro. Ya no se sabe si se trata de la delincuencia organizada, o si se trata del Comisario con sus prácticas gansteriles, dignas de una película o serie de televisión de narcos.
¿Qué se puede hacer? Evidentemente no es tan factible recurrir a las autoridades en caso de sufrir algún ilícito, parecen ya no ser confiables. Al levantar la voz y quejarse, inmediatamente se es señalado y con riesgo a sufrir represalias por parte de la misma autoridad.
Lo que les queda es unirse. Porque, al final, les guste este gobierno o no, están viviendo las consecuencias de las malas acciones. Entonces, no importa si se piensa que López Obrador es el mesías, capaz de purificar al mismísimo satanás y hacerlo candidato de MORENA, o si se piensa que es un dictador ególatra capaz de destruir un país para permanecer en el poder y, como Nerón, tocar el arpa mientras el país se incendia. No importan las afiliaciones políticas, este es nuestro país, es nuestro hogar y tenemos que defenderlo.
Nuestro enemigo es la delincuencia, nuestro enemigo es el miedo mismo, nuestro enemigo es la frustración que tenemos por haber elegido mal a nuestros gobernantes, por elegir gente incapaz, por elegir mafiosos, por elegir lobos con piel de ovejas. Tenemos que recuperar nuestra paz, tenemos que recuperar nuestras calles, aquellas que recorremos a diario, donde trabajamos, donde viven nuestras familias, nuestros amigos. Que ningún mal gobierno nos robe la tranquilidad.
Tenemos, ahora más que nunca, involucrarnos en la política, estar enterados de las propuestas de los candidatos, de su historia personal, del equipo que los acompañará. La elección del 2018 nos ha dejado una lección muy dolorosa, estábamos mal, pero sí podíamos estar peor. No es lo mismo prometer que cumplir. Las buenas intenciones no necesariamente se traducen en buenas acciones, se necesita capacidad, preparación, empatía y tantos atributos de los que carece el actual gobierno.
Cuando detuvieron en Estados Unidos al ex secretario de la defensa nacional, el general Salvador Cienfuegos, López Obrador calificó la detención como una prueba más de la corrupción de los gobiernos pasados, “de la decadencia del régimen que afortunadamente ya está por acabarse”. Advirtió que, como en el caso de Genaro García Luna, se retirarían de sus cargos a todos los funcionarios que habían colaborado con el inculpado. No tomó en cuenta que todos los mandos actuales del Ejército, de alguna u otra manera, habían colaborado con Cienfuegos en su calidad de exsecretario de la Defensa.
Posteriormente, operó, junto con el canciller Ebrard, para regresarlo a México, cosa que, increíblemente, logró. No hay que ser ningún genio para saber que detrás de los dichos y hechos de AMLO estuvo la fuerte presión que ejercieron las Fuerzas Armadas sobre su jefe civil. Utilizaron y enseñaron el gran músculo político que tienen. Lograron algo sin precedente: que el procurador de otro país desistiera de perseguir judicialmente a una persona que llevaban años investigando.