Los tiempos electorales se encuentran en apogeo. Los gobernantes que antes no se aparecían, ahora participan activamente en múltiples actividades. No importa si son actos anticipados de campaña, no importa si solamente son suspirantes que, posiblemente, al final se queden en la orilla por conseguir un puesto político. Lo que importa es aparecer, darse a conocer, o recordar, en los casos de los políticos reciclados, lo mucho que han trabajado por sus gobernados, los llamados refritos.
A muchos ciudadanos que se dicen ajenos o que no les interesa la política, es fácil engañarlos con obras de relumbrón, con una despensa, una beca, o simplemente con promesas. Se dice que el prometer no empobrece, y hoy que estamos en épocas de promesas, se escuchan por doquier las más inauditas promesas que nuestros políticos hacen cada día, si bien las campañas serán atípicas, las promesas son las mismas.
Algunas de estas promesas, especialmente las que hace y ha hecho nuestro presidente Andrés Manuel López Obrador, ya rayan en lo absurdo. Veamos, durante el sexenio de Enrique Peña Nieto se estableció que la edad para la jubilación de los mexicanos sería de sesenta y cinco años cumplidos. En el primer año de gobierno de López Obrador, la edad pasó de los sesenta y cinco a los sesenta y ocho años de edad. Pues ahora el mismo López Obrador anuncia que la edad para la jubilación regresa a ser de sesenta y cinco años. Entonces, ¿Para qué se aumentó en primera instancia? Pues simplemente por temas electorales.
Ahora, antes de seguir escuchando nuevas promesas, que más bien suenan a sueños guajiros, debemos recordar los múltiples pendientes que tiene nuestro presidente y su cuarta trasformación.
Vender el avión presidencial, ese, que ni Obama tenía.
Utilizar el dinero de rifa no rifa del avión para mejorar al sector salud y al menos en Puebla los niños con cáncer se nos están muriendo porque el recurso federal para sus medicamentos no llega.
Vivir en su departamento de Tlalpan y viajar en su jetta blanco.
No utilizar guaruras.
Bajar el precio de la gasolina.
Bajar el precio del gas.
Bajar el precio del diésel.
Enjuiciar y encarcelar a ex presidentes.
Encarcelar a Emilio Lozoya.
Pío López Obrador.
Felipa Obrador.
Vacunar a todo el personal médico antes del 28 de febrero.
Vacunar a todos los mexicanos mayores de sesenta años antes de que termine marzo.
El origen de las casas de Manuel Bartlett cuyo valor asciende a más de mil millones de pesos.
El origen de las casas de la Secretaria de la Función Pública Irma Eréndira Sandoval.
Informar el destino del dinero que se quitó a los fideicomisos.
Informar la corrupción que había en los fideicomisos.
Demostrar que hubo corrupción en la construcción del NAICM.
Encarcelar a Luis Videgaray.
No destruir la selva para construir el Tren Maya.
Aclarar la relación con la mamá del chapo Guzmán.
Los 137 muertos en Tlahuelipan, Estado de México por la explosión de un ducto de PEMEX que transportaba diésel mientras lo estaban ordeñando.
La documentación con firmas falsas con la que CFE encabezada por Manuel Bartlett justificó los apagones.
Acabar con el huachicol y el huachigas.
Las pipas que se compraron cuando escaseó la gasolina.
Frenar los feminicidios.
Acabar con las masacres.
Tener un sistema de salud al primero de diciembre de 2020 como el de Dinamarca.
Mostrar los contratos que demuestren que están compradas suficientes vacunas contra el COVID-19 para toda la población
Domar la pandemia.
Acabar con la impunidad.
Abastecer de material médico y medicinas para los miembros del sector salud que se encuentran en la primera línea de defensa frente al COVID-19.
Respetar la Constitución Mexicana.
Defender a los pobres, no inundarlos como sucedió en Tabasco.
Acabar con el amiguismo, cuando otorgan financiamiento por $150 millones de pesos al rey de las narco-series Epigmenio Ibarra.
No intervenir en las elecciones, cuando claramente hace campaña a favor de sus candidatos.
Priorizar las necesidades de las mujeres, cuando elimina las estancias infantiles.
Demostrar que había corrupción en las estancias infantiles.
Respetar la división de poderes.
Acabar con el “chayote”, solamente hay que ver los $475 millones pagados al periódico “La Jornada” o los contratos a Carmen Aristegui.
Proporcionar quimioterapias a niños con cáncer.
Atender a mujeres con cáncer de mama.
Hay tantos pendientes en esta administración, que resulta increíble que el presidente López Obrador se atreva a seguir haciendo promesas cuando ni siquiera ha cumplido las que ya ha hecho.
En honor a la verdad, esta mala costumbre de prometer sin cumplir es muy propia de los políticos, pero sobre todo de los políticos mexicanos que le apuestan a la mala memoria de los ciudadanos. Aun cuando aquellos que se benefician del gobierno critiquen, ataquen e insulten a un medio de comunicación por evidenciar los errores o, como en este caso, recordar las promesas incumplidas, todos los medios de comunicación tienen la responsabilidad y el deber moral de informar y señalar los errores.
La promesa que más ha roto el presidente, es, irónicamente, aquella que lo llevó al poder: acabar con la corrupción. Ya no hablemos de no robar, no mentir y no traicionar, porque parece ser que todo lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador critica o dice no hacer es, precisamente, lo que en realidad hace, por lo mientras, nos quedan poco más de 3 años de disparates y cosas sin sentido dentro de Palacio Nacional.