El sábado por la mañana, al oficializarse su triunfo en el conteo de los votos del estado de Pensilvania, el candidato demócrata a la Casa Blanca, Joe Biden, sumó el número suficiente de delegados ante el colegio electoral para amarrar su triunfo en los comicios presidenciales de Estados Unidos. Entonces, las cadenas informativas estadounidenses salieron a reconocer que ganó la elección estadounidense y será el próximo presidente de Estados Unidos. La noticia fue recibida con gran algarabía por parte de sus seguidores que salieron a celebrar a las calles en las principales ciudades de ese país, como era de esperarse. Algo poco común, sin embargo, ocurrió en otras naciones, en las que hubo también celebración, incluyendo tañido de campanas en diferentes capitales europeas. Eso es muy raro.
Las felicitaciones al ahora candidato electo, Joe Biden, no se hicieron esperar, y mandatarios de todo el mundo de inmediato mostraron su apoyo y reconocimiento. Así, llegaron felicitaciones de Francia, Sudáfrica, Alemania, Nueva Zelanda, Argentina, Japón, Italia, Inglaterra, Canadá, India, bueno, hasta Nicolás Maduro de Venezuela envió las correspondientes felicitaciones.
Nuestro presidente López no hizo pronunciamiento alguno. “No queremos ser imprudentes, no queremos actuar a la ligera y queremos ser respetuosos de la autodeterminación de los pueblos y del derecho ajeno”, afirmó. Entonces recordó el episodio del supuesto fraude de 2006 donde, según su apreciación, sufrió la “cargada” de mandatarios a favor del entonces presidente electo Calderón Hinojosa.
Este lunes, durante su acostumbrada conferencia de prensa, señaló a administraciones anteriores como, al felicitar a mandatarios extranjeros, se comportaban como “afanositos, entrometidos y serviles”, posiblemente sin darse cuenta del error diplomático que está cometiendo, pues con esta afirmación implica que todos aquellos mandatarios que ya han felicitado y reconocido a Joe Biden, entran en tal descripción.
Otro error bastante grave al no reconocer el triunfo de Biden, es que está dando el beneficio de la duda a los reclamos electorales de Donald Trump, quien lo ha llenado de elogios desde hace dos años. Por lo mismo, dio validez a la posibilidad de que el Partido Demócrata, que postuló a Biden, haya cometido un fraude electoral, como denuncia Trump. Asimismo, se alineó con gobiernos como los de Turquía, Hungría y Brasil, señalados de populistas y autoritarios. Y, de pasada, calificó de imprudentes a decenas de líderes mundiales que ya habían felicitado al virtual ganador.
Lo que llama la atención del comportamiento errático del presidente López Obrador, es su prisa por visitar, primero Nayarit, donde casualmente y gracias a la buena relación que tiene con la Senadora Geraldine Ponce, el presupuesto para ese Estado es el más grande de la historia, algo que contrasta con la tan mencionada austeridad republicana, que ha impactado con recortes presupuestales al Sector Salud y al turismo por mencionar alguno.
Después Sinaloa, si, otra vez el presidente López visita el Estado natal del señor Guzmán, porque el presidente puede llamar a cualquier político por el apodo que mejor le plazca, pero tratándose del Chapo Guzmán, bueno, el trato es muy diferente. Y ya como no queriendo la cosa, se trasladó a Tabasco, donde, tristemente para los tabasqueños, serán los primeros en sufrir la desaparición de los tan mencionados fideicomisos, en este caso, el Fondo para Desastres, el FONDEM.
Tenemos un presidente ausente de la realidad, que huye cada vez que debe tomar decisiones, que se esconde cuando hay que dar la cara y enfrentar las consecuencias de sus actos. Un presidente ausente de la política internacional, incapaz de comprender la mínima diplomacia, un presidente perdido en una noción populista dónde el es la única voz del pueblo, y el único objetivo real es permanecer a como de lugar.
Esperemos que pronto, muy pronto, este presidente que eligieron treinta millones de mexicanos, se vista verdaderamente de líder de la nación y empiece a trabajar, a tomar la responsabilidad que le fue encomendada y deje de reírse a lo lejos de la trágica situación que vive el país, ya sea por inundaciones, por la propia pandemia o la precaria situación económica que está produciendo miles de nuevos pobres cada día.