TRUMP

Lo que ha ocurrido este 6 de enero en Washington D.C. capital de EEUU y específicamente en el Capitolio, además de ser lamentables y bochornosos, son hechos inéditos en la historia de ese país, como también es inédito que ese país haya elegido un presidente como Donald Trump.

Trump resultó ser un presidente mucho más parecido a un populista latinoamericano, que a la seriedad y sobriedad de un típico presidente estadounidense, ya sea demócrata o republicano. En esa similitud con el clásico populista latinoamericano se podría encontrar una buena parte de la explicación de lo que ha sucedido. Los personajes como Trump, divorciados con la ciencia, vanidosos, soberbios, ensimismados, el típico abusador que profesa una supremacía moral y cuyas practicas se acercan más a la inmoralidad por la impresionante cantidad de mentiras que manejan, tienden a fomentar la destrucción como medio de protesta, como la forma de intimidar a sus adversarios y dar una imagen de fortaleza y poder.

En México, como en toda Latinoamérica, hemos visto en diversas ocasiones este tipo de eventos. Recordemos que no hace mucho hasta montados a caballo ingresaron al recinto de San Lázaro. Como ha sucedido en América Latina, son los grupos extremistas o grupos muy señalados los que son utilizados para hacer esta labor. En el caso de Trump, ha utilizado a grupos a fines a la supremacía blanca, grupos de radicales que se han convencido que sus derechos han sido afectados por un enemigo en específico. Trump utilizó durante mucho tiempo a los mexicanos para este fin, llamándolos delincuentes y convenciendo a sus seguidores que los inmigrantes, y específicamente los mexicanos, eran quienes habían destruido la grandeza de su país, y que solamente Trump podría reconstruir.

El populismo es muy peligroso porque conecta con gente convencida de que los líderes son lo mejor para sus países. No se dan cuenta que lo que los líderes hacen es usarlos como carne de cañón. Lo que ha ocurrido en Estados Unidos es una muestra de lo frágil que puede llegar a ser una democracia cuando cae en manos de un líder populista, anti democrático y dispuesto a romper las instituciones para mantenerse en el poder.

La estrategia de repetir una mentira en incontable número de ocasiones, en este caso la de que hubo fraude electoral, recuerda mucho a lo líderes latinoamericanos, que hacen de sus frases un mantra para sus seguidores que terminan convencidos de la mentira, por más inverosímil que ésta sea. Las mentiras sí destruyen las democracias, las mentiras si destruyen instituciones, las mentiras si destruyen naciones. Ahora vemos a un hombre destruir la imagen del país símbolo de la democracia en la era moderna, vemos a un Trump justificar el desastre por su enferma fantasía de un fraude electoral.
Trump ha hecho un llamado a la insurrección, sublevación, rebelión. Un levantamiento contra el congreso. Eso es traición a la patria y tendría que ser juzgado y encarcelado por eso. También en su cuenta de Twitter escribió: “Mike Pence (Vice presidente de EEUU) no tuvo el coraje de hacer lo que debería haberse hecho para proteger nuestro país y nuestra Constitución, dando a los estados la oportunidad de certificar un conjunto de hechos corregidos, no los fraudulentos o inexactos que se les pidió que certificaran previamente. ¡Estados Unidos exige la verdad!”.

Como todo líder populista, Trump busca culpables de su derrota, ha culpado a los medios de comunicación, ha inventado un sin número de teorías de conspiración en su contra, al final, culpa a sus propios seguidores, como lo es el caso de Michael Pence. Hará cualquier cosa para irse como una víctima, no como un perdedor, pues espera dirigir al Partido Republicano y, de alguna manera, sobrevivir políticamente a esta escandalosa derrota.
El ex presidente George W. Bush declaró: “Así es como se disputan los resultados electorales en una república bananera, no en nuestra república democrática. Estoy horrorizado por el comportamiento imprudente de algunos líderes políticos desde las elecciones”. Bush, el de la guerra del Golfo, ahora horrorizado por el comportamiento de Trump.

La imagen de EEUU y especialmente de Trump está seriamente dañada, muy posiblemente sea el fin de su carrera política. Incluso Twitter decidió suspender su cuenta por 12 horas para evitar que siguiera polarizando e incitando al desorden a la población.
Al final, las instituciones deben prevalecer. El congreso tiene que sesionar en una sede alterna y Certificar ahí el triunfo de Biden. Es un día de derrotas para los republicanos, los últimos dos escaños en el senado los han ganado los demócratas por lo que tendrán mayoría en ambas cámaras.

No es imposible que, tras lo ocurrido hoy, el vicepresidente Pence y el gabinete traten de invocar la vigesimoquinta enmienda de la Constitución y remover a Trump argumentando su incapacidad para desempeñar el cargo. Improbable, pero de ningún modo imposible.
La presidencia de Trump es un reflejo de su persona, un showman que vive en una realidad alterna, lejos, muy lejos de lo que el mundo requiere que sea el líder del país más poderoso del mundo. Queda como lección que el populismo no pierde… Y cuando pierde, quema todo.